jueves, 2 de septiembre de 2010

Capítulo 3.


Hay días en los que no te apetece levantarte de la cama. Que el simple hecho de que haya amanecido te pone de mal humor. Por suerte, es sábado y puede quedarse acostada un rato más. Le duele la cabeza. No debió beber tanto anoche… pero lo necesitaba. Necesitaba una noche loca con sus amigas. Olvidarse de todo durante un rato y divertirse. Sí, le vino bien. Las amigas están para eso. Son esas personas que no cambiarías por nadie. Las que lloran contigo y ríen más fuerte que tú cuando estás feliz. Que son capaces de dejarlo todo y recorrerse medio mundo si necesitas su ayuda. Saben lo que tienen que decir y cómo lo tienen qué decir, te arrancan una sonrisa cuando lo último que te apetece es reír… Que te conocen de sobra, y saben cuándo tienen que ayudarte y cuándo dejarte a ti sola para que te equivoques y así aprendas la lección. Pero sobre todo… las que jamás te piden nada a cambio.
¿Qué hora es? Mira el móvil. 13:07. Ya va siendo hora de levantarse. Enciende el ordenador y abre su Tuenti. 20 etiquetas en fotos y un mensaje privado. Mira las fotos una por una, salen todas muy bien. Hay una en la que aparece ella sola, muy sonriente y tiene un comentario. “David López Sánchez: guapaa! (:”. Siente una punzada en el pecho. ¿Por qué hace eso? ¿No se da cuenta de lo que duele? Termina de ver las fotos y abre el mensaje privado. Es de él. Su corazón se acelera rápidamente. “Hola Lau… ¿cómo estás? Te echo mucho de menos, no te puedes ni imaginar cuánto. Siento haber sido tan bruto contigo, pero ya sabes como soy, no me gusta andarme con rodeos. Me gustaría saber que estás bien, y que dentro de poco todo vuelva a la normalidad. Un beso.”


Que todo vuelva a la normalidad… Sí, a mi también me gustaría. Aunque sería engañarme a mí misma. La amistad tiene que ser un sentimiento sincero, cuando una de las dos personas siente algo más, esa amistad es falsa. Lo único que esa persona busca es pasar más tiempo con la otra, egoístamente… Pero voy a ser fuerte, no voy a dejar que esto pueda conmigo, desde luego que no. ¿Quieres que sea tu amiga? Lo seré… Eso sí, voy a estar aquí, esperándote. Porque sé que eres para mí y no voy a rendirme tan fácilmente. Te conseguiré, cueste lo que cueste.