jueves, 28 de julio de 2011

Capítulo 4.

Laura da golpecitos con las uñas en la pantalla de su móvil. ¿Dónde se han metido? Habíamos quedado hace 10 minutos. Hace mucho calor. Lleva el pelo recogido en una coleta alta, pero aún así le molesta en el cuello. Quizá debería cortármelo, piensa. En ese mismo instante, Virgina y Patricia aparecen por la esquina. Laura sonríe y se señala la muñeca izquierda repetidas veces.
-Lo sabemos, ¡perdona! Es que se nos ha escapado el bus y hemos tenido que esperar el siguiente. Ey, ¡qué morena estás! Y mira tu pelo, ¡te ha crecido muchísimo!-dice Virgina, mientras abraza a su amiga.
-Sí tía, ¿es que en Cádiz no hay peluquerías o qué? Anda, dame dos besos, ¡tonta! Te hemos echado mucho de menos.
-Yo también tenía muchas ganas de veros. Las vacaciones no son lo mismo si no las pasas con tus amigas -sonríe Laura.
-Sí, sí, todo eso está muy bien, pero cuéntanos todo lo que has hecho -la interrumpe una de ellas.
-Eh, que no hay prisa. Vamos a la piscina y ya os cuento con tranquilidad. Espero que tengáis hambre, mi madre ha encargado pizzas para comer. Por cierto, ¿sabéis algo de María?
-Bueno, Patri habló con ella anoche.
-Sí, me dijo que seguía en el pueblo y que no volvería hasta la semana que viene, justo para empezar las clases. Al parecer continúa saliendo con el chico aquel, Leo.
Todas sonríen. Parece increíble, pero María lleva dos meses saliendo con un chico. Ella, que odiaba las relaciones.

Las chicas llegan a la piscina de la urbanización de Laura, dejan las toallas en las hamacas que están más cerca de la sombra y se tiran al agua. Las tres amigas juguetean dentro de la piscina, se tiran agua, se hacen aguadillas y ríen con ganas. Laura sale y se tumba en una hamaca a escuchar algo de música. Mira a sus amigas sonrientes y se le escapa una sonrisa a medias. Pasar el verano con la familia está bien, pero no hay nada como un día de piscina con tus mejores amigas. Las ha echado mucho de menos, pero al fin está aquí de nuevo, con ellas. Piensa en que sólo les queda un año juntas y ese pensamiento hace que su corazón dé un vuelco. Si, el último año de instituto y después cada una escogerá un camino diferente en la Universidad. Será muy duro, pero el momento se acerca. Lo único que puede hacer es aprovechar cada día de este último curso juntas. Un curso duro, pero al que no le tiene miedo. Miedo. Hace semanas que no siente miedo de nada. Desde aquel día de junio, decidió darse una nueva oportunidad y dejarse llevar en cada momento.
 Sus amigas salen del agua, y justo entonces suena un mensaje en su móvil.
-¿Quién es? -dice Virginia mientras se seca el pelo con la toalla.
-He conocido a un chico -sorprende Laura a sus amigas.
-¡¿Qué?!- gritan las dos a la vez.

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